miércoles, 12 de enero de 2011

Bola (un cuento de navidad)


El árbol es pequeño y algo deslucido, sólo de metro y medio de alto. Algunas ramas apenas mantienen escasas tiras de plástico verde, son muchos años soportando los juegos de los niños. Tiene luces de colores. Blancas, azules, amarillas y rojas que se encienden y se apagan con un ritmo cansino. El pequeño transformador también está viejo. Emite un pequeño zumbido como si fuese un animal roncando, pero el que ronca es Bola. Tiene el pelo corto, marrón claro, y aunque parece dormido mueve la cola de un lado a otro. Esa tarde el paseo ha sido más corto de lo habitual, pero no protesta. Le pasa la mano izquierda por el lomo hasta llegar al cuello. Masajea su garganta y los ronquidos cambian, se hacen más agudos y cortos.
La mesa ya está preparada aunque no piensa cenar gran cosa. Antes sí, hace años estas cenas eran demasiado copiosas, realmente insanas. Pero lo que más recuerda son los niños. El jaleo que armaban y el aparente caos que mantenían por toda la casa. Bueno, los niños y Rocío, que era quien lograba que todo se mantuviera.
Bola mueve la cabeza y abre un ojo. Mira hacia la mesa. Sólo hay una botella de champán y un plato con turrón. Sin dejar de mirar al animal, extiende la mano y alcanza un trozo. Lo nota por la humedad del aceite y se lo acerca hasta el hocico. Le gusta notar el calor de su lengua mientras lo lame.
Él nunca quiso darle dulces al perro, pero con los niños no pudo. Y Bola terminó por coger costumbre. Pero champán no. La botella es sólo para él, que piensa emborracharse como cuando salía con sus amigos. Y luego se dejará caer en el sofá, o en el suelo, al calor de Bola.
¿Cuidarás de mí hasta que despierte?
Bola lo mira. Le cuelga la lengua por la parte derecha de la boca.
¿O tú tampoco me harás caso?
Guau. Es un ladrido corto y seco. Lo nota vibrar a través de la mano que se enreda en su vientre.
Entonces el árbol se apaga. Ya no hay luces de colores y del transformador sale una pequeña columna de humo.
Qué agradable es el silencio, ¿verdad Bola?
Y se dispone a abrir la botella. Ya es casi la medianoche.


3 comentarios:

Antonio Cabello dijo...

José María me gustan los relatos que dicen muchas cosas o dan pie a diferentes opciones sólo con algunas pinceladas. Así que tu relato me ha gustao porque habla de muchas cosas, sin nombrarlas y en pocas palabras. Transmite soledad y añoranza en un día muy especial. Un saludo compañero.

lara dijo...

Calido relato, me gusta

Antonio Cabello dijo...

José María ¡has ganao! en el concurso de mi blog, ya te he enviado un mensaje. Felicidades.