Oía los pasos cada vez con más nitidez. Era una señal inequívoca de que alguien se aproximaba por mi espalda. Decidí apremiar mi marcha ligeramente, con disimulo, pues una carrera acelerada no haría sino provocar a mi perseguidor. Pero yo presentía que el desenlace estaba próximo y, con más miedo que valor, me detuve en seco y gire sobre mis talones. Sólo tuve tiempo de adivinar la hoja plateada de un cuchillo, brillante en medio de una oscuridad tenebrosa, que descendía con velocidad buscando mi pecho. A esas alturas el sudor bañaba mi frente, corriendo ligero por mis mejillas, y con el último aliento que me quedaba logre incorporarme y despertar entre unas sábanas arrugadas y húmedas.
Aquella pesadilla me despertó preocupado. Normalmente no solía recordar los sueños, me dejaban tranquilo en el sopor de la noche y nunca sabía si mis andanzas en eso del subconsciente eran para bien o para mal, simplemente me dejaban en paz.
Algunos amigos me cuentan que disfrutan mientras duermen. Visitan lugares de ensueño y cumplen sus deseos más carnales. Hasta sueñan con números de lotería y corren a la administración más cercana para encargar con prisa ese boleto, seguros de que el sueño es un oráculo que llega, por fin, para poder cumplir el resto. Me sorprenden en su humana idiotez y disfruto cuando, una vez más, su número no ha ganado. Pero ahora yo también estoy dispuesto a invertir unas monedas si con ello logró olvidar esta pesadilla.
Pero no puedo. Tengo miedo de volver al sueño y morir en ese callejón oscuro, a manos de no se sabe quién, de un desalmado. Me visto torpemente y salgo a
Salto escalones y atravieso puertas cuando una luz intensa golpea mis pupilas. No recuerdo si la dejé encendida, ni comprendo por qué hay tanta gente alrededor de mi cama. Aparto a alguien y me veo entre unas sábanas arrugadas y húmedas, con los ojos cerrados y por fin tranquilo. Los veo hablar pero no hacen ruido, y empiezo a dudar si algún día yo también pude soñar el número de lotería. Pero hace frío y todo es silencio.
2 comentarios:
Jo, me has dejado hecho polvo...¡está tan bien escrito!
En broma: no cenes tanto, no es bueno para dormir.
En serio: excelente relato corto, amigo.
Un abrazo grande
Muy bueno, me gusta y mira que es raro encontrar un relato corto que me guste. Seguiré leyendo más.
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