miércoles, 25 de febrero de 2009

Instrucciones para un autorretrato




El autorretrato es un motivo habitual entre pintores, no es de extrañar habida cuenta del egocentrismo onanista que practican, mientras que entre los fotógrafos es un recurso escasamente utilizado, sin duda porque esta técnica dificulta más el omitir o disimular aquellos elementos menos estéticos del rostro, de modo que el artista, al congelarse en el tiempo, eterniza en el negativo la fatalidad con la que la naturaleza perfiló su estampa.

Pero si a pesar de estos inconvenientes, y como forma de garantizarse un hueco, sin duda nimio, en la magna historia de la cultura, el artista siente la tentación de empuñar su cámara para inmortalizar su rostro, conviene siempre no omitir determinadas prescripciones.

Rodearse de seres inocentes, niños y niñas que abran ojos como platos para perturbar el semblante del espectador más atrevido, a ser posible bien vestidos y peinados, de modo que su inocencia se transmute en la humana estupidez más aguerrida. También una mujer es un acierto, pues concentra las miradas masculinas, y aún mejor si entre sus brazos se adorna con un tierno infante, pulcro, rosado, esférico en su estricta anatomía, haciendo que miradas femeninas se pierdan recordando maternidades antiguas, pues son estas señoras asiduas de peluquería las que más reparos ponen al rostro varonil del que fotografía.

Y si esto no es bastante para que la cara del artista no provoque guiños tiernos, sonoras carcajadas, risas sin fin con espasmos musculares (que a buen seguro deslucen salas de exposiciones, concursos, juegos florales y demás espacios propios de genios, de creadores ingentes de cultura), procúrese un aparato antiguo, de esos en que la imagen se avista por arriba, y así enterrar nuestra mirada aun a riesgo de mostrar la parte más innoble de la regia calavera, aquella en la que el tiempo, en forma de alopecia, se muestra sin ambages, sin sutilezas ni equívocos que engañen.

Acuérdese de contener la respiración mientras dispara y no se olvide salir del negativo, no vaya a ser que en la jugada le atrape el tiempo. Y el destino, la historia o lo que sea continúe su curso con su ausencia, y el arte y la cultura pierdan para siempre un artista de su talla.

jueves, 5 de febrero de 2009

Accidente doméstico

Civril adoptó una sonrisa terrible, cruel. Llevaba tanto tiempo esperando ese momento que no pudo dejar de disfrutarlo antes de hacerlo.
Avanzó hacia su mujer, petrificada, blandiendo el cuchillo entre sus manos. Entonces tropezó y cayó al suelo, y la hoja en la garganta asomó por el otro lado de su cuello.
Se hizo el silencio.


(Esto es, simplemente, un pequeño ejercicio literario que hice en el club de escritura. Creo que me quedó bastante plástico)